Me encanta cuando conectamos, y caen tus fachadas, tu fortaleza a veces rígida, y veo tu ternura, tus miedos, tu alma desnuda.
Me encanta cuando, con la boca, me como la carne de la fruta, y en un momento dado sale a la luz su corazón con sus semillas: más tierno, más jugoso, más sabroso, más frágil, más verdadero; portador de la esencia de la fruta entera, de una forma más visible que la esencia escondida en la carne de la fruta.
En el corazón de la fruta uno está más cerca de la idea platónica de esa fruta. Y es maravillosa, plena, bella, verdadera. Y lo mismo en ti.
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