miércoles, 8 de enero de 2014

Una pincelada carmesí

Por mucho que a uno le entusiasme un grupo de música como King Crimson, por mucho que uno pueda saber o de su proceloso universo, ¿cómo escribir acerca de un grupo así? Es algo que ocurre con muchos otros artistas, ¿cómo contar lo que son para mí, lo que me transmiten, la importancia que han podido tener en la historia (del rock, en este caso); cómo dirigirse a quien no sabe nada del grupo e intentar explicar... el qué, exactamente? La opción enciclopédica de su trayectoria y obras se muestra indigesta, aparte de que ya abunda en muchas webs y libros; la opción de intentar sintetizar su música empleando imágenes y expresiones de carácter poético suele acabar en insatisfacción, sobre todo ante un grupo tan grande y variado. Así que vamos a intentar otra opción, la de narrar entre líneas, con un par de pinceladas sobre alguna canción concreta, a modo de ejemplo. Estos ejemplos además serán periféricos en su música: ni los mejores temas, ni análisis a fondo de ellos, pero así precisamente emergerá la magia de este grupo, y sus posibilidades. Y con eso en la cabeza, podremos escuchar más canciones y discos suyos, y no nos perderemos. Además, esto viene a ser como cuando quieres recomendar un poeta a alguien y le pones un poema como ejemplo: hay cien más, y seguramente de todos los pelajes y colores posibles. Así es en el caso del Rey Carmesí. King Crimson, que como el Guadiana, vuelve a la actualidad sin realmente haberse extinguido nunca su llama desde su primer disco de 1969.

Podemos empezar con un tema ajeno, Héroes, del gran David Bowie (que conoció a la que fue su mujer en un concierto de King Crimson). Este tema, como todo el disco en el que se insertó, está compuesto al alimón entre Bowie y Brian Eno (el compositor del sonido que más ha acompañado a la humanidad occidental cada día en su trabajo: el sonido de inicio de Windows 95). Pero esa guitarra que persiste en toda la canción, esa maravilla de guitarra que lleva en volandas, suavemente desde atrás, a todo lo demás en este tema, se la sacó de la manga Robert Fripp (líder absoluto de King Crimson) a petición de Eno. Si afinamos el oído respecto a ese sonido de guitarra de Fripp en "Héroes" ya sabremos lo mágico y fino que puede este hombre llegar a ser con el instrumento. Considero que para atisbar cómo es el mundo de Robert Fripp a la guitarra podría bastarnos con un par de cosas: una, oír Héroes (quizá mejor, con verlo en directo, que es donde deslumbró a Jimmy Hendrix en su día) y observar esa suave y mágica ejecución. Y dos, ver a Fripp, también en directo, desplegar su otro lado: el de los sonidos más extraños y relampagueantes. Por ejemplo, entre los minutos 8 y 19 de este directo, en especial a partir del 11:40. Todo lo que se quiera saber sobre Robert Fripp a la guitarra ya se ha escrito, en la forma habitual y académica, y puede consultarse en la red o en libros. Por mi parte, lo más importante y su esencia reside en la sensación que a uno le queda al oirlo y verlo en estos dos ejemplos en directo. Eso, eso que se nota, es lo que él tiene de especial. Escúchese King Crimson con esa sensación, que es extraña e indescriptible, pero sin la cual uno se puede perder en el complejo sonido de la banda.

Otro ejemplo va a ser la batería de Bill Bruford. No ha estado en todos (ni mucho menos) los discos de King Crimson, pero eso da igual. De lo que aquí se trata es de observar lo finos que son, la calidad musical, aparte de la indiscutible calidad instrumental, que atesoran los músicos de King Crimson; no se trata de considerarlos por separado, aunque aquí lo parezca, pero después explicaré esto. Cuando Bruford estaba allí era una pieza clave, por eso me sirve de ejemplo. Ejercicio: escuchemos la maravilla de tema Indiscipline. Por supuesto, es un tema que puede oirse cien veces y seguir enamorando como la primera, encontrando nuevos matices en su ejecución, etc., pero eso pasa en casi todos los temas de King Crimson, no vamos a hacer aquí incapié ahí. Como segunda parte del ejercicio, veamos al enorme baterista Mike Portnoy, ex líder de Dream Theater, ejecutando una versión del tema, treinta y dos años después: muy bueno, cierto es. La cuestión es que, siendo la ejecución de Portnoy intachable, Bruford sigue teniendo mucha más clase con las baquetas, y aportando una esencia única. Y si no se me cree, sólo hay que mirar esta actuación. Ese "algo" que él tiene tocando y Portnoy no (y Portnoy es buenísimo, nadie lo niega) es el aroma de King Crimson.

Por cierto, como último apunte. Este tema del último disco de Steven Wilson, que es una maravilla... ¿no tiene quizá algo que ver con el ya antes enlazado tema de King Crimson (minuto 8)? Sólo hablar de las influencias de King Crimson en el rock nos llevaría demasiado, pero un ejemplito había que poner.

Los ejemplos anteriores tratan de dos músicos de King Crimson. Pero imaginemos ese trasfondo que se adivina en ambos, extendido al resto de músicos del grupo. Imaginemos que todos esos trasfondos se funden de una manera mágica, única y totalmente integrada. Así obtendríamos lo que se dice una gran banda, pero en el caso de King Crimson todo eso está puesto al servicio de una forma de entender la música absolutamente única, extraña, melódica y dura y suave; y todo eso y más a la vez. Músicos que sin perder su identidad y virtuosismo en cada canción logran a la vez construir... ni siquiera sé muy bien el qué.




No hay comentarios:

Publicar un comentario