Una razón para afirmar rotundamente que ha merecido pisar la Tierra estos años, queden los que queden: descubrir y escuchar y escuchar y escuchar, una y otra vez, Blackwater Park, de Opeth. Indescriptible, y con ese pedazo de monolito que cierra el disco, canción con el mismo nombre que el disco.
Se me disculpe, pero tenía que elegir un disco; conste que esto no resta ni un ápice al resto de sus sublumes obras maestras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario