Retomo este entorno del bosque desde el que plasmar algunas ideas. Esta vez la pausa ha tenido tintes totalmente prácticos, y cuando uno siente que hace lo que debe no se arrepiente de dejar de lado otras cosas.
El pasado viernes, 8 de noviembre, tuve el inmenso placer de asistir al concierto de Steven Wilson en el Hotel Auditorium de Madrid. Presentaba su último trabajo en solitario (que es quizá lo mejor que ha hecho en su carrera total). El concierto fue bordado y cuidado al detalle, y como tal resultó en todos los sentidos: luces, sonido, ejecución, emotividad, respuesta del público... perfecto en todos los sentidos. Literalmente.
Como suele suceder, ya se ha escrito bastante sobre el concierto, en tono más o menos ajustado; por ejemplo, en esta crítica, o en los comentarios a la misma, que de hecho la mejoran (maravillas de internet), y de los que he tomado prestada la imagen de esta entrada. La foto, por cierto, que de un modo artístico mejor transmite la sensación en que uno se sumergía durante todo el concierto; la misma sensación que uno recibe mirando la imagen es la que se vivía en la escucha en directo. Someramente diré que fueron casi tres horas (veinte minutos de vídeo proyectado previo, incluidos) de concierto, con unos músicos de primerísimo nivel y una coordinadión entre ellos maravillosa.
Ese tipo de conciertos que genera algunos debates:
- ¿Escuchar rock (progresivo, eso sí) sentado en una butaca de un auditorio?
- ¿Un concierto de rock medido al milímetro y con poco espacio a la improvisación musical? O ¿está bien que un concierto de rock sea perfecto, como hemos dicho arriba?
- ¿Es buena música aquella que presenta constantemente elementos de otros autores, en este caso los Padres Fundadores del Progresivo, reutilizados?
Personalmente, puedo entender las críticas desde la gente que ya tiene una idea preconcebida de lo que es y DEBE SER un concierto de rock, lo que DEBE SER un grupo bueno y original, etc. Pero yo me planteo la validez de esas críticas cuando el concierto, en su totalidad audiovisual se ajusta a la perfección a ser disfrutada desde una butaca. Y aquí incluyo el tipo de música y las emociones que transmite. Y lo mismo planteo cuando los temas de este grupo (de este proyecto en solitario) son Música, con mayúscula. No son clichés reutilizados, son Música que emplea elementos ya usados, ya conocidos, pero en una nueva expresión con calidad. Ciertamente, deja esos elementos en su elemento original (no usa, por ejemplo, castañuelas en el rock progresivo, lo que sería transformarlas; sino el melotrón como melotrón), pero no tengo claro que eso sea negativo, cuando está bien hecho.
Un detalle más. En muchos momentos del concierto me sorprendía elevado del suelo, fuera de mí. En una nube soñadora en medio de ese sonido. Algo extraordinario, algo meritorio, algo poco común... que no me acabó de agradar. Música que a uno lo saca de sí... invita a la reflexión.
En fin, no me ha quedado una entrada muy allá... pero sólo quería volver a escribir aquí.
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