Así, pues,
he decidido
no perder el tiempo
y pasar mi vida
en su aurora,
abrir el único
libro
verdadero:
mi oído para el canto
del pájaro o la lluvia,
mi piel para la brisa
viajera,
mis ojos para el color
que se desprende
del mundo.
Que yo no me distraiga,
que no cante
si no es con lo que canta,
que mi alma
no se desnude
si no hay silencio.
Que nada me arrebate
el mundo verdadero.
José Ramón Blanco.