lunes, 20 de agosto de 2012

La joya de la diversidad

Del libro Antimanual de Filosofía, de Michel Onfray, se extraen auténticas joyas en forma de citas de otros filósofos de la historia. Todo evento es potencial fuente de provecho, más allá de su apariencia inmediata. Forzando un poco la anterior afirmación, pues un libro no es un evento único, el libro de Onfray citado, que es en sí bastante mediocre, a mi parecer, es fuente de muy interesantes reflexiones.

No pretendo escribir una crítica sobre el libro, sino introducir mi propuesta de ir incluyendo algunas de las citas de ahí aparecen, y que irán goteando por aquí de cuando en cuando.

Empezamos con una de Montaigne.

"Que nada bárbaro o salvaje hay en aquella nación, según lo que me han contado, sino que cada cual considera bárbaro lo que no pertenece a sus costumbres. Ciertamente parece que no tenemos más punto de vista sobre la verdad y la razón que el modelo y la idea de las opiniones y usos del país en el que estamos. Allí está siempre la religión perfecta, el gobierno perfecto, la práctica perfecta y acabada de todo. Tan salvajes son como los frutos a los que llamamos salvajes por haberlos producido la naturaleza por sí misma y en su normal evolución: cuanto en verdad, mejor haríamos en llamar salvajes a los que hemos alterado con nuestras artes, desviándolos del orden común.

Tres de ellos, ignorantes de lo que costará algún día a su tranquilidad y ventura, el conocer las corrupciones de acá, y de que de este trato les vendrá la ruina, la cual supongo se habrá iniciado ya, bien míseros por haberse dejado engañar por el deseo de la novedad y haber abandonado la dulzura de su cielo para venir a ver el nuestro, fueron a Ruán, en la época en que nuestro difunto rey Carlos IX allí estaba. El rey hablóles largo tiempo; y se les mostró nuestra manera de ser, nuestra pompa, la forma de una hermosa ciudad. Tras esto, alguien pidió su opinión, queriendo saber qué les había parecido más admirable; respondieron tres cosas, de las cuales he olvidado la tercera, lo que lamento profundamente; mas aún conservo dos en la memoria. Dijeron que, en primer lugar, hallaban muy extraño que tantos hombres grandes y fuertes, barbados y armados, como rodeaban al rey (parece ser que hablaban de su guardia suiza) se sometieran y obedecieran a un niño, en lugar de elegir mejor a alguno de ellos para mandar; en segundo (tienen una manera de hablar tal que llaman a los hombres mitad unos de otros), que habían observado que había entre nosotros, hombres ricos y colmados de toda suerte de comodidades mientras sus mitades mendigaban a sus puertas, descarnados de hambre y pobreza; y que hallaban extraño que esas mitades menesterosas pudieran sufrir tal injusticia sin acogotar a los otros y sin pegar fuego a sus casas.

Hablé largo tiempo con uno de ellos; mas tenía un intérprete que me seguía tan mal y era tan necio e inepto para entender mis ideas que no pude disfrutar con él. Cuando le pregunté qué ventaja obtenía con la superioridad de la que gozaba sobre los suyos (pues era un capitán y nuestros marineros llamábanle rey), díjome que era el primero en marchar a la guerra; a la pregunta de cuántos hombres lo seguían, mostróme una extensión de tierra, para significar que eran tantos como podían caber en tal espacio, pudiendo ser unos cuatro mil o cinco mil hombres; a la de si fuera de la guerra expiraba toda su autoridad, contestó que le quedaba el hecho de que cuando visitaba los pueblos que de él dependían, abríanle senderos a través de la vegetación de sus bosques por donde pudiera pasar cómodamente. No está mal todo esto: mas ¡qué decís! ¡No llevan calzas!"

Michel de Montaigne (1533- 1592).


¿Será esto a lo que llaman tolerancia, y se oye a todas horas y no se ve por ninguna parte?


Humildad y sentido común, para entender y respetar la diversidad. Nada menos.